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Sobre las colinas de Uhlandshöhe se eleva el colegio Waldorf más antiguo del mundo. Formado en 1914, este complejo tiene desde entonces en su huerto escolar a un reducto de aprendizaje interdisciplinario, en donde los estudiantes pueden captar relaciones de causa y efecto en el mundo natural, permitirse la contemplación de los ciclos vitales y de sus ritmos y afinar una percepción integral que luego repercutirá en la vida adulta, ya sea al captar la importancia de un proceso al ejecutar una tarea o al saberse parte de un ecosistema –y actuar para conservarlo–.

Jardín escolar del Waldorfschule Uhlandshöhe
La huerta como formadora de ritmos y aprendizajes

 

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Biodiversidad pedagógica que permite captar relaciones complejas entre seres vivientes (insectos, microorganismos, arbustos y árboles frutales) y construye saberes interdisciplinarios (aquí se cultiva y se estudia biología o química).

La Alemania de los años 20 del siglo pasado experimentó un verdadero apogeo en lo referente a la conformación de huertos escolares. Cada escuela debía consagrar un espacio al cultivo de alimentos y la formación huertera era vista como un aprendizaje esencial para adaptarse a las exigencias alimentarias en tiempos críticos. El jardín de la Uhlandshöhe vivió todos esos cambios sociales. Ahora, ya en el siglo XXI, sus aportes pedagógicos abarcan la experiencia sensorial directa y un contrapeso ante la creciente pantallización de la vida humana.

 

Herr Höying, jardinero biodinámico encargado del curso de huerta, no duda en recalcar este último aspecto. “Los alumnos pasan mucho tiempo frente a las pantallas, en donde el desarrollo de los sentidos es más bien limitado. Las lecciones al aire libre marcan un equilibrio”. Esta cualidad se complementa con una de las asignaturas más importantes de la pedagogía en la naturaleza: posibilita la comprensión de lo sistémico en la vida misma, en donde los fenómenos obedecen a múltiples causas e influencias.

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El compostaje que nutre a los frutales y las parcelas de cultivo de la Uhlandshöhe se gestiona poniendo énfasis en la percepción de la materia en sus distintas fases a partir de la acción de fuerzas vitales que la transforman. La observación de dichos procesos permite trascender al razonamiento monocausal.

La presencia de polinizadores en el huerto (en este caso, los de una colmena) conlleva la toma de conciencia de que lo cultivado sirve no sólo al humano, sino que desempeña un rol importante en la nutrición de especies que ayudan a mantener la vitalidad del jardín.

Una de estas influencias es la humana, y la toma de responsabilidad, la comprensión del significado de cuidar seres vivientes, se refleja no sólo en el rendimiento académico del estudiante, sino en su propia vida. Sophie G., alumna del noveno grado, reconoce el carácter “relajante del trabajo en la huerta” que, además, “trae consigo mayor concentración y alegría al aprender”. Así, los procesos naturales permiten reconocer toda una secuencia que requiere participación y cuidado: desde la acción de bacterias y lombrices en la fermentación del compost, pasando por la intervención grupal en las camillas de cultivo, la aplicación de los preparados hasta la cosecha que se lleva a casa para deleite de las familias.

Camilla de hortalizas al lado del invernadero, en donde también transcurren las lecciones que apuntan al cuidado de almácigos.

Biotopo alrededor de las parcelas en plena preparación para la siembra. La inclinación del campo revela el carácter sinuoso del territorio.

Una de las higuera de la Uhlandshöhe en otoño. Los árboles en un huerto urbano ayudan a entender que sus funciones dentro de una ciudad trascienden al paisajismo estético: regulan la bulla y el polvo, limpian el aire en tanto enlazan dióxido de carbono y oxigenan el medioambiente.

La presencia de dos higueras en el centro de este jardín escolar coronan una biodiversidad bien dispuesta para beneficio de toda la comunidad del colegio. La mística de estos frutales, la sección dedicada al compostaje, la colmena y la prolijidad de los surcos del huerto sellan el carácter formativo de este refugio biodinámico, el cual lleva más de 100 años impartiendo saberes que, más allá del contacto con los ritmos de la naturaleza y la satisfacción de una buena siembra, permiten reconocer la importancia de un trabajo comunitario bien hecho y el valor de los procesos al ejecutar una tarea.

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Freie Waldorfschule Uhlandshöhe

Haußmannstraße 44, 70188 Stuttgart

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