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En un área perteneciente al paisaje de Jura –que resplandece incluso de noche–, se extiende el jardín del Goetheanum, la edificación símbolo del movimiento biodinámico. La biodiversidad, la belleza, la estimulación del pensar sumadas a la presencia de algunas vacas y ovejas componen estas doce hectáreas que atraen a visitantes de todo el mundo, deseosos de contemplar un huerto que produce hortalizas, flores y especias y que se integra al Naturpfad concebido de acuerdo a los lineamientos steinerianos.

Gartenpark am Goetheanum
El jardín comestible como paisaje para afinar la percepción de lo vital

gaertnerei.goetheanum.org

 

Prolijidad y armonía en al huerto del Goetheanum, el templo de la agricultura biodinámica.

Una joven higuera dignifica uno de los bordes de la Schreinerei (el taller de madera), desde donde se aprecia la majestuosidad de un jardín que reúne etnias, idiomas y nacionalidades diversas.

El jardín tiene diversas estaciones, en donde predominan el cultivo, el cuidado de almácigos, el baño de semillas o la maduración del compost. La composición de un suelo denso en micronutrientes se aprecia a ojo de buen cubero ya sea desde el mirador de la Schreinerei o desde lo alto del Goetheanum. Este encuadre panorámico permite distinguir tonalidades moradas (coles o remolachas), ocres (bayas o caléndula) o verdes (lechugas o espinacas). Bajo ellas, brilla una oscuridad vital, húmeda, señal de que esta tierra se enriquece con materia orgánica en armonía y recibe la influencia de los tan mentados preparados biodinámicos.

 

El paseo por este Gartenpark invita a la ensoñación consciente, pero también a la atención plena que fija la imagen de un trabajo prolijo, técnicamente impecable. El visitante bien se detiene a registrar un detalle (como los surcos de las hojas de una col rizada), a contemplar un plano general de todo el huerto con el edificio del Goetheanum cortando el horizonte marcado por la silueta atenuada de Basilea, o deambula a través de los zorzales o tomateras acompañado de algún abejorro (sobre todo en primavera).

Densidad de humus en una tierra labrada con jardineros que profesan, ante todo, cariño al entorno que habitan.

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El concepto del huerto del Goetheanum se adscribe a las nociones de paisajismo holístico (ganzheitliche Landschaftsgestaltung), en donde, mediante una serie de aproximaciones al fenómeno agrícola, se gana una percepción fina que permite incluso reconocer la calidad alimenticia.

La vitalidad de un alimento se reconoce en esta col, cuyos patrones revelan un anclaje revitalizador en una tierra impregnada de preparados. La sensorialidad empática (método desarrollado por Uwe Geier en consonancia con la biodinámica) se nutre de tales patrones para reconocer la calidad alimenticia. 

Los jardineros que mantienen la vitalidad de estas parcelas –y también de los árboles frutales que rodean todo el complejo– abastecen a la cafetería del Goetheanum y al proyecto Andrena, el cual se vale de las hierbas deshidratadas –caléndula, diente de león, valeriana, milenrama, entre muchas otras– para manufacturar equilibradas infusiones que luego se venden en la Speisehaus de Dornach. Con su trabajo, también nos guían por una enciclopedia huertera viviente, cuya contribución pedagógica no distingue edades, idiomas o naciones.

Durante las conferencias internacionales, el jardín del Goetheanum se convierte en un refugio para estimular la mente gracias a su lograda conformación paisajística. Aquí también acaecen jornadas de aprendizaje comunitario como el Día de la Fertilidad del Suelo, en donde un buen trozo de tierra se expone como un microcosmos que posibilita el acceso a comida de calidad. En febrero, cuando transcurre el encuentro de biodinámica, son comunes las visitas guiadas para afilar –y amplificar– la percepción de lo viviente, entablar un vínculo que borra la alteridad de la naturaleza, y permite volver a casa con el recuerdo del resplandor de esta breve llanura.

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Mathias Forster, presidente de  la fundación Biosuiza y promotor de los Fondos de la Fertilidad del Suelo, durante una exhibición sobre la importancia de un suelo vivo para la agricultura del futuro. El escenario: el huerto del Goetheanum. 

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Gartenpark am Goetheanum

Hügelweg 74, 4143 Dornach

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